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Tirant lo Blanc es una de las grandes novelas de la literatura medieval y uno de los títulos que abre el camino de la modernidad literaria en Europa. Escrita por Joanot Martorell, con la colaboración de Martí Joan de Galba, y publicada en 1490, pronto se tradujo al castellano (Tirante el Blanco) y al italiano. 

Se trata de una obra de gran extensión, que comienza con la narración de las aventuras de Guillem de Vàroic, quien impone a Tirante en las normas de la caballería. Incluye componentes autobiográficos del mismo autor y combina un realismo directo y crudo con los ideales caballerescos de la época. El héroe es armado caballero tras diversos combates singulares contra reyes, duques y gigantes. De Inglaterra marcha a Francia, Sicilia y Rodas –asediada por los genoveses y el sultán del Cairo, que son derrotados por el héroe–; después, a Jerusalén, Alejandría, Trípoli y Túnez, que conquista. Va después a Bizancio –sitiada por el sultán y el Gran Turco– solicitado por el emperador, y en Constantinopla se enamora de Carmesina –protagonista femenina de la novela–, hija del emperador. La historia de estos amores, con la intervención de la viuda Reposada y de la doncella Placerdemivida, ocupan gran parte de la obra. Tras haber luchado en Berbería, Tirante se casa con Carmesina y es nombrado césar del Imperio Bizantino; reconquista tierras a los turcos y, enfermo, muere. Al saberlo, muere también Carmesina. La historia acaba con acontecimientos de personajes subalternos que completan la trama del relato novelesco. Con la muerte del héroe en Constantinopla Martorell plasmaba el deseo arraigado en todos los pueblos cristianos de su tiempo de liberar Constantinopla del poder de los turcos. 

En la obra se alternan los episodios sentimentales con los guerreros, los pasajes narrativos con los doctrinales y reflexivos, y el estilo solemne con el coloquial. Un lugar destacado lo ocupan el humor, la ironía, las escenas jocosas y la desenvoltura, que a veces raya en la lascivia con que se narran los amores de los protagonistas y de otros personajes de la corte. Todo lo que ocurre en ella entra en el terreno de lo verosímil y creíble, lo que llevó a Cervantes a escribir en el Quijote: «Por su estilo, es éste el mejor libro del mundo». En contraposición con los libros de caballerías, aquí el amor es sensual en lugar de platónico: se presentan con gran expresividad las escenas eróticas o amorosas. Y en lugar de las inverosímiles proezas y asombrosas formas de vida de otros caballeros, el autor se recrea, no sin cierto sarcasmo, en los detalles cotidianos, y en aspectos más prosaicos, a menudo con maledicencia. 

Tirante es un personaje psicológicamente rico, y la novela es de hecho su biografía. Es valiente, es hábil en el uso de las armas y acostumbrado al ceremonial caballeresco. A diferencia de los héroes de Bretaña es herido en combate, se cansa, etc. Es virtuoso, es admirable, pero vive en un mundo muy real y actúa siempre en el marco de lo posible. Es un gran estratega, estudia la situación de la batalla, las fuerzas del contrario y aplica las mejores técnicas. Tiene un gran sentido del honor, respetuoso, fiel al rey, humilde, sensible, y sobre todo, es vergonzoso en su vida íntima. Con Carmesina se muestra vacilante, vergonzoso, sensible, tímido, llegando en algún momento hasta el ridículo. Tirante tiembla de amor, tiene miedo de estar cerca de la princesa, llega a llorar por causas amorosas. Su relación con Carmesina es ingenua, hay un amor abiertamente declarado, libertad de costumbres y relaciones eróticas que, poco a poco, le aleja del amor cortés. Carmesina representa los valores sociales de Joanot Martorell: no quiere llegar a lo sexual antes del matrimonio, y se mantiene siempre en una actitud recta.