Respuesta :

El cóndor de los Andes con su penacho blanco, despliega sus alas en el azul espacio. Contempla magestuoso los rupestres riscos, clavando su pupila en animal rastrero que se escapa a toda prisa, por montaraz sendero. El cóndor silencioso ha perdido su presa, dirigiendo va su vuelo hacia el riachuelo en donde baño yo mi cuerpo con ramas de romero. Voy siguiendo su vuelo con mi fugaz mirada, tratando de esconderme en piedras verrugosas, impregnando mis pisadas de líquenes verdosos que se adhieren al agua, como a la profundidad de mi alma. Yo lo miro desde lejos tratando de distraerlo, sus ojos penetrantes logran divisarme, atónita me quedo, no escucho el cantar del río cuando sus aguas corren y es que tengo miedo y hasta escalofrío. El cóndor de los Andes, ha logrado inquietarme... pensé que era yo su presa y logré asustarme. Felina