Al nacer Edipo, el Oráculo de Delfos auguró a su padre, Layo, que aquel, al crecer, le daría muerte y desposaría a su mujer. Layo, queriendo evitar tal destino, ordenó a un súbdito que matara a Edipo nada más nacer. Apiadado de él, en vez de matarlo, el súbdito lo abandonó en el monte Citerón, colgado de un árbol por los pies.