Respuesta :

hablando con un profesor, si no presta atencion al padre de familia que el si le prestarara atencion y se hara algo para acabar con ese problema
Distinguirlo de lo habitual. Como todos tuvimos una infancia, solemos ver las bromas a esa edad como algo normal. Pero el problema surge cuando el acoso se vuelve constante y afecta la estabilidad de nuestros hijos. Algunos de los primeros síntomas de abuso son tristeza, irritabilidad, cambios repentinos en el sueño o el apetito, dolores de cabeza o de estómago y vómitos. Puede haber también rasguños y moretones, que los niños atribuyen a caídas o accidentes menores.
Enseñar a los niños a poner límites. Al hacerle saber al agresor que no caerán en su juego, será más probable que éste deje de molestar. Aconseja a tus hijos que eviten discutir, y que usen frases como “Basta, ¡ya está bien!”, “Eso no es gracioso” o “¿Te gustaría que alguien te hiciera lo mismo?” Diles que luego se aparten de él sin responder con más agresividad.
Fomentar el diálogo. La comunicación es esencial en la vida de todos los miembros de la familia, tanto por lo que se dice como por lo que se calla; por eso, es necesario generar confianza en los niños para que se expresen sin temor de ser cuestionados. Así se sentirán apoyados, y será más probable que nos cuenten cuando alguien los esté amenazando o agrediendo en la escuela.
Predicar con el ejemplo. Los niños tienden a imitar a sus padres en cuanto a lo que opinan de otras personas y cómo se expresan de ellas. Por eso, debemos cuidar la manera de referirnos a quienes son diferentes, ya sea por su forma de ser o por su aspecto físico, y enseñar a los niños el valor de la aceptación y la convivencia. También hay que tratarlos bien. Si en casa hay armonía, los niños lo reflejarán en la escuela.
Fortalecer su autoestima. Las opiniones que tenemos sobre lo que nuestros hijos hacen, o sobre su personalidad, son esenciales para ellos, sobre todo en los primeros años de vida. Cuidar la forma de decirles lo que pensamos de ellos es crucial porque está en juego su autoestima. Antes de hablar, pregúntate: Lo que voy a decirle al niño, ¿lo hará más fuerte o lo debilitará? Recuerda que el amor fortalece y que el miedo suprime todo poder.